El relato de Pedro Morales es claro y contundente. Reside en Río Grande desde hace 40 años, aunque es oriundo de la provincia de Entre Ríos.
Pedro no sabía lo que estaba pasando en aquel entonces, llego como muchos otros jóvenes, a hacer el servicio militar y cuando estaba a punto de regresar a su provincia, una vez terminada esa obligación, fue trasladado a las Islas, teniendo como único antecedente el servicio militar.
«El tema de las torturas, fue cuando no llegaba la comida, por los bombardeos, escaseaba la comida, y en una recorrida, detalla, nos encontramos con dos soldados estaqueados, si estaqueados, los vimos y no hicimos nada, porque si lo hacíamos corríamos la misma suerte, pero a la noche le comento al Cabo Segundo Chosanti que había que desatarlos porque estaban bombardeando y a mi me daba pena por la edad que tenían, me daba pena y le digo hay que soltarlos, fui para donde estaba atados, alguien me acompañó y el único que tenia cuchillo era el cabo y me lo alcanza y yo los desato».
Morales, cuenta que «salieron corriendo porque si nos veían, íbamos a correr la misma suerte de Ricardo Sinchicay y de Héctor González que eran los dos soldados que estaban estaqueados», el oficial que estaba con nosotros tenia que saber quién los ató.
«Sinchicay fue estaqueado por robar comida, porque el guardia marina tenía las raciones pero no las repartía, salieron a buscarlo al pueblo, lo trajeron y lo estaquearon», detalla.
Cuenta el ex combatiente, que después de 30 años Sinchicay le recordó que fue él quien lo desató en aquel momento, y me decía gracias por salvarme la vida.
Morales, señala al jefe más inmediato, Ricardo Bianchi como el responsable de los estaqueos, por su rango, ya que no podía desconocer lo que pasaba y hace 17 años que se viene con esto y otro de los soldados estaqueados, Héctor Gonzales, ya falleció.
Finalmente Morales señala que al él no lo torturaron, “lo que si hacíamos era cazar corderos para alimentarnos, porque no había otra comida, éramos doce y nos comíamos dos o tres corderos por día. Usábamos el casco de acero y lo convertíamos en olla, donde hervíamos el cordero y eso comíamos”, explicó.
Fuente Radio Provincia, Programa «Periodismo».
Fotografía: Archivo Somos Télam