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Atrapados en la isla. La provincia donde los jóvenes están relegados y se enfrentan a la depresión, los abusos y las drogas

Río Grande, 19 de agosto del 2023.- Tierra del Fuego “Es una provincia muy gris. Para muchos chicos y jóvenes la única salida es este puente”, dice Margarita Mabel Martínez parada en la orilla del Río Grande que le da el nombre a la ciudad a la que se mudó hace cuatro años desde su Formosa natal. Tiene 18 años y una campera negra para protegerse del viento que tuerce los árboles. A lo lejos se ve el esqueleto del Puente General Mosconi del que casi salta en el Año Nuevo de 2021: un familiar estaba abusando sexualmente de ella y no le encontraba la salida. El segundo intento fue con pastillas. Desde que su abusador está preso, puede vivir más tranquila. Hoy asiste a los grupos de la organización Mucho por Vivir y planea estudiar para ser profesora de educación física.

TIERRA DEL FUEGO. “Es una provincia muy gris. Para muchos chicos y jóvenes la única salida es este puente”, dice Margarita Mabel Martínez parada en la orilla del Río Grande que le da el nombre a la ciudad a la que se mudó hace cuatro años desde su Formosa natal. Tiene 18 años y una campera negra para protegerse del viento que tuerce los árboles. A lo lejos se ve el esqueleto del Puente General Mosconi del que casi salta en el Año Nuevo de 2021: un familiar estaba abusando sexualmente de ella y no le encontraba la salida. El segundo intento fue con pastillas. Desde que su abusador está preso, puede vivir más tranquila. Hoy asiste a los grupos de la organización Mucho por Vivir y planea estudiar para ser profesora de educación física.

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A Margarita Mabel Martinez le costó mucho su nueva vida en Río Grande. Dejó su Formosa natal por problemas con sus padres y se sentía sola. El desarraigo emocional hizo que le resultara muy difícil denunciar que estaba siendo abusada sexualmente. Después de dos intentos de suicidio, hoy quiere estudiar para ser profesora de educación física

Según un informe de Unicef elaborado en exclusiva para LA NACION en base a cifras oficiales, alrededor del 40% de las niñas y niños de la provincia reside en hogares con ingresos insuficientes para adquirir una canasta básica de bienes (el promedio nacional es 53%) y las condiciones de vida promedio son más adecuadas que en el resto del país. Acá la pobreza que se vive es la de la intemperie emocional. Hambre de Futuro recorrió las ciudades de Ushuaia, Río Grande y Tolhuin para conocer cuáles son las principales preocupaciones de los chicos en este territorio y la respuesta fue unánime: la salud mental, las adicciones, los abusos sexuales y la falta de proyecto de vida. Si bien existen espacios públicos destinados a ellos, no alcanzan para contenerlos. Porque son pocos. Porque están desbordados. Porque faltan profesionales. Porque funcionan a medias. Porque no los acompañan de forma sostenida. “La juventud reviste una carencia y en esto sí me parece hay que hacer una diferencia de otras jurisdicciones. Porque es una provincia que históricamente no está pensada para los jóvenes sino para el flujo de adultos laboralmente activos, entre los 25 y los 50 años”, reconoce David De Piero, secretario de Salud Mental de la provincia.

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En la casa de Dana Cáceres las hornallas y el horno están siempre prendidos para calefaccionar. Es la única manera de soportar el frío. “Salimos poco ahora en invierno. No tengo mucho abrigo”, dice esta nena de 12 años. Como su familia no tiene auto y vive en el asentamiento Dos Banderas, al que no entra el transporte público, están aislados de todo

La promoción industrial sostenida desde 1972 con la Ley 19.640 convirtió a Tierra del Fuego en un lugar que prometía trabajo seguro con altos salarios. Eso hizo que esta isla pasara de 13.000 habitantes en esa época a 190.000 en 2022 y que crecieran abruptamente los asentamientos precarios. Hoy, el trabajo de calidad no alcanza para todos. “Hay dos márgenes que empiezan a hacer preguntas que son los jóvenes y la tercera edad, que son las fracciones que quedan por fuera. Los jóvenes recién en los últimos años empezaron a tener un espacio más propio acá. La respuesta social y la sanitaria requieren un mayor armado para esta franja; se va haciendo pero muy incipientemente”, agrega De Piero.

Una provincia de migrantes
La dinámica de Tierra del Fuego está marcada por la migración laboral. Están caídos en el fondo del mapa. Por eso, todos los que llegan vienen del norte. Algunos aguantan y otros se vuelven. Los que se quedan, van convenciendo a otros para que vendan todo lo que tienen y arranquen de cero en el sur. La gran mayoría de los adolescentes y jóvenes nacieron en otras provincias o son la primera o segunda generación de hijos nativos de padres migrantes. Son muy pocos los descendientes del pueblo Selknam, originario de la zona. Según el Censo 2010, 6 de cada 10 habitantes de Tierra del Fuego nacieron en otras provincias y 1 de cada 10 en el extranjero. En la casa de Dana Cáceres las hornallas y el horno están siempre prendidos para calefaccionar. Es la única manera de soportar el frío. Vive con sus papás y sus cinco hermanos en el asentamiento Dos Banderas, en Ushuaia. “A mí me gusta más o menos la nieve porque hace mucho frío. Salimos poco ahora en invierno. No tengo mucho abrigo para estar afuera. Tengo una campera pero no tiene cierre”, cuenta Dana, de 12 años, mientras su mamá le hace una trenza para ir a la escuela. Irse de Pilar, en la provincia de Buenos Aires, al fin del mundo no fue fácil. La movilidad es crucial para poder tener vida y no morir congelado. Como su familia no tiene auto y el transporte público no entra al barrio, están aislados de todo. De la escuela, del hospital y de cualquier actividad recreativa. “Lo que más hago es dibujar o mirar tele en casa”, agrega. Las familias llegan con lo puesto. Y no siempre hay alguien para atajarlas. Se empiezan a asentar en los márgenes de las ciudades, en terrenos aislados y que no están urbanizados. Según el Registro Nacional de Barrios Populares, existen 49 asentamientos en la provincia: 29 en Ushuaia, 14 en Río Grande y 4 en Tolhuin. Alicia Cristaldo vivió el proceso de curtir su piel chaqueña para poder soportar las heladas y los azotes del viento. Vive en el asentamiento Dos Banderas en una casa que fue levantando de a poco y en un terreno en el que todavía no tiene título de propiedad.

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“Todo lo que vas a sufrir hasta obtener tu casita no te lo cuenta nadie. Después de poner las cuatro paredes, puerta, techo y ventana, lo próximo es comprar un autito. No importa si es medio viejito, lo importante es que funcione y te sirva para poder subir y bajar del cerro hasta el centro porque no hay transporte público”, reflexiona Cristaldo. Los asentamientos son cementerios de autos abandonados que se fueron rompiendo y costaban mucho arreglar. Josefina Pérez Esteban trabaja hace 23 años en Ushuaia y actualmente es la responsable de la ONG Pequeños Pasos en la ciudad. Desde allí interactúa con muchísimas familias que se enfrentan todos los días a situaciones de hacinamiento, de violencia de género o que no consiguen trabajo estable. “Las familias capaz llegan a la ciudad en una situación de extrema vulnerabilidad y hay que salir corriendo a ayudarlos para cubrir eso. Hay desinterés de los sectores que tienen que estar cuidando esos derechos. Hay sectores del Estado que funcionan y otros que no, y entonces le tenemos que encontrar otra vuelta”, dice con resignación. El aislamiento es un factor determinante. La geografía hace que los jóvenes no puedan subirse a un colectivo para irse a estudiar, conocer otra provincia o ir a escuchar a su banda preferida. La única manera de salir es por avión o cruzando a Chile para atravesar el canal de Beagle. A Agustina Escobar le hubiera gustado irse a estudiar a Buenos Aires e independizarse pero sus papás no podían bancarla económicamente en ese salto. Tiene 18 años, su papá trabaja de carpintero y su mamá es ama de casa. No le quedó otra que elegir entre las carreras que ofrece la universidad pública en Ushuaia y se inclinó por Medios. Abril Maldonado tiene 18 años, es descendiente Selknam y vive en Tolhuin. Se crió en el campo hasta que empezó la escuela y se tuvo que instalar en la ciudad con su familia. Su idea, cuando termine la secundaria este año, es volver a ese lugar en el que puede estar en contacto con la naturaleza y desarrollar un proyecto turístico. “La escuela no me gusta porque no te enseñan lo que deberían enseñarte para poder subsistir. Te enseñan cómo trabajar y ser empleado del Estado. No cómo subsistir solo, plantar una papa, tener un invernáculo con verduras o alimentar a los animales”, dice esta adolescente. Para De Piero la salud mental se piensa en relación a los desafíos que los jóvenes enfrentan en su contexto. “Ellos quieren saber cómo continúa su vida y en eso el estudio universitario marca tendencia. La oferta en Tierra del Fuego no es poca pero no es suficiente para las demandas que hay de estudio. Hay muchas profesiones que no existen y el joven tiene que viajar a otros lugares”, dice el funcionario.

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En esta provincia, las principales preocupaciones de los adolescentes y los jóvenes son la falta de proyecto de vida, la salud mental, las adicciones y los abusos sexuales

Perderse en el alcohol y las drogas
La multiculturalidad, el desarraigo y la falta de redes de contención familiar son determinantes en el entramado social y la vida de los jóvenes. Cuando la soledad pasa a ser una constante, puede llegar a ser letal. Ayer Natalia Pantoja cumplió un año de vida. El año pasado llegó a un momento tal de depresión y de tristeza que se tomó todas las pastillas que tenía. La llevaron de urgencia al hospital y le hicieron un lavado de estómago. Empezó a los 16 a consumir marihuana y alcohol, y a los 21 probó la cocaína. “Yo sufrí abusos sexuales desde los 3 hasta los 16 años por parte de tres personas de mi familia. Después estuve en una relación en la que consumíamos ambos y me cagaba a palos. Muchas veces no quiero seguir. Quiero apagarme. Es muy difícil enfrentar la vida”, dice esta mujer de 35 años y mamá de dos mujeres. Hoy asiste al Hogar Santa Mónica en Río Grande que acompaña a personas con problemas de consumo problemático de sustancias. “Acá levantás una piedra y hay drogas. No hay control. A la droga no le cuesta entrar ni salir de la isla”, agrega Pantoja. Gabriel Escobar brinda acompañamiento espiritual en el Hogar Santa Mónica y comparte la preocupación por el crecimiento de la circulación de drogas. “Es impresionante cómo se están sumergiendo las sustancias en las escuelas y en ambientes donde antes no se veían. Y los van envenenando a los chicos y hace que vayan perdiendo sus proyecciones”, dice. Al Hogar Santa Mónica llegan jóvenes y adultos con problemas de adicciones que tocaron fondo. Y que en muchos casos ya pasaron por diferentes dispositivos gubernamentales que no les dieron resultado ni las respuestas que necesitaban. “Los jóvenes vienen con mucha necesidad de ser escuchados y de saber qué hacer con sus vidas. Están muy solos. Llegan sin una red familiar que los contenga y este lugar se ha transformado para muchos de ellos en un espacio de familia. En eso intentamos marcar la diferencia con los otros espacios que puede haber desde el Estado en donde se trabaja con una modalidad diferente”, explica María Herminia Paz, trabajadora social y referente del hogar. Para ella, la problemática del consumo se ha ido complejizando en los últimos años y las alternativas públicas siguen siendo limitadas. “Hay un estado provincial que tiene un área de salud mental, tiene áreas de psiquiatría y de psicología y también hay un municipio que tiene área de salud mental pero parece que todo es insuficiente. Cuando tenemos situaciones límites que requieren una internación, no la podemos hacer. El único espacio de internación es privado y muchos de los chicos no tienen obra social”, agrega Paz. Sobre esta carencia, De Piero afirma que la ONG Reencontrándonos con sede en Ushuaia ofrece el servicio de internación y que está conveniada con el Estado provincial. Además, agrega que existen otros dispositivos ambulatorios en Ushuaia y Río Grande.

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La infancia de Belén Ramirez estuvo atravesada por el abuso sexual y la adolescencia por el consumo de drogas. “Busqué ayuda por todos lados y no tuve respuesta”, dice desde su casa en el barrio Austral en Río Grande, en la que vive con sus 3 hijos. Hoy está en tratamiento en el Hogar Santa Mónica y está por recibirse de acompañante terapéutica

Mujeres vulnerables
“Hay una tasa tan alta de violadores. Es impresionante. Ya no es la ciudad que era antes”, dice Belén Ramírez, en el comedor de su casa en el Barrio Austral, en Río Grande. Ella sufrió abusos sexuales por parte del novio de su madre desde los 9 hasta los 15 años. “Busqué ayuda por todos lados pero no tuve respuesta. Y me di cuenta de que no podía contarle a cualquiera lo que me pasaba. Yo me hacía pis cuando él me iba a buscar a la escuela, me desmayaba. ¿No se daban cuenta de lo que me pasaba?”, grita esta mujer de 32 años y madre de tres hijos. Para escaparse de esa casa diabólica, se volcó a la calle y a la cocaína. Hoy está en tratamiento en el Hogar Santa Mónica y está estudiando para recibirse de acompañante terapéutica. En el 2021 hizo la denuncia en la fiscalía y está a la espera de un juicio. “Acá todos los violadores esperan tranquilos viviendo en la ciudad, paseándose, hasta el día del juicio”, se queja Ramírez.

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El Programa Acercar Derechos del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Nación, recoge información de mujeres asistidas desde junio del 2021 a julio del 2023. En Tierra del Fuego fueron 1521, convirtiéndola en la que tiene la mayor tasa cada 100.000 habitantes: 1598. El segundo lugar lo ocupa Santiago del Estero recién con 556. Para Amira Maslup, Subsecretaria de Género de Tierra del Fuego, las cifras son sesgadas porque solo muestran una porción de toda la información que la provincia tiene asentada, ya que existen diferentes bocas de entrada. “La idea es unificar esa información para que la cifra sea la mejor que podemos imaginar. Nosotras queremos adoptar el Sistema Integrado de Casos de Violencia de Género como el sistema de carga a nivel provincial, como otras provincias ya lo han hecho. Hasta que no se de esa migración de forma completa, pueden pasar cosas como esta. No hay un sistema integrado federal que venga juntando cifras de todas las provincias para decir que hoy hay un índice de prevalencia certero”, señala Maslup. Cuando LA NACIÓN le pidió acceder a las estadísticas provinciales de violencia de género, el único dato que aportaron desde el organismo, es que desde septiembre de 2022 a julio 2023 se presentaron 2046 oficios judiciales en toda la provincia. “No es una medición exacta. Hay que sumar los espacios de acompañamiento a mujeres que no siempre requieren una denuncia. No siempre que se recibe una denuncia en la policía se abre un oficio judicial. Seguramente sean más”, concluye Maslup. Sobre si la violencia aumentó en los últimos años, no puede dar una respuesta por la falta de estadísticas y el hecho de que las denuncias fueron en aumento. El factor migratorio deja a muchas mujeres vulnerables a la violencia. Se alejaron de todo lo que conocen. Perdieron a sus seres cercanos. “A veces nos encontramos acompañando a mujeres que vinieron a la provincia hace pocos meses. Es una persona que no tiene redes, no es nacida acá y su familia la está esperando en su provincia. Todo eso requiere un operativo mayor porque no hay contención ni redes económicas”, cuenta Maslup.

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Tierra del Fuego es una provincia de migrantes. Las familias llegan desde el norte con la ilusión de mejorar su calidad de vida. Según el Censo 2010, 6 de cada 10 habitantes nacieron en otras provincias y uno de cada 10 en el extranjero. El desarraigo, la falta de redes de contención y el aislamiento son factores que inciden en el día a día de los adolescentes y jóvenes

La salud mental, una cuenta pendiente
El 5 de febrero de 2021 su hijo Yair, de 23 años, se quitó la vida en Río Grande. Cuando empezaron a buscar grupos de contención para familiares, no encontraron ninguno y decidieron arrancar el propio. Así nació la Asociación Mucho por Vivir. Hoy funcionan en Casa de Jóvenes, un espacio de Sedronar en donde se desempeña la dirección de Salud Mental del municipio. “Estamos pidiendo que se levante la parte del puente Mosconi, que haya más cámaras y que el gobernador nos atienda porque queremos trabajar en conjunto. Ya le mandamos tres cartas y no tuvimos respuesta”, reclama Marcela Leal, presidenta de la entidad. Todos los referentes coinciden en que el área de Salud Mental tiene serias fallas en la provincia y que el sistema de atención no es lo suficientemente robusto. “Hay un montón de pibes que los ves con los brazos cortados y también casos de suicidios. Pero también se ve lo que quieren mostrar nomás. Toda la bosta la ponen en un costadito. Pero los pibes siguen ahí, están acá a la vuelta, muy cerca. Y tienen vida”, afirma Pérez. Las estadísticas provinciales muestran que del 1 de enero de 2022 al 30 de abril de 2023 se recibieron 9.148 consultas por motivos de salud mental de adolescentes de 10 a 19 años. Tuvieron que ver, principalmente, con problemáticas familiares, problemáticas de causa psicosocial, trastornos neuróticos, reacciones al estrés o a la ansiedad, trastornos mentales y del comportamiento y trastornos del desarrollo psicológico. Si bien existe un consenso generalizado de que Tierra del Fuego es una de las provincias con índice más alto de suicidio, los datos muestran que tiene una tasa de 5,7 cada 100 habitantes, ubicándose entre las más bajas (el promedio nacional es de 7,6). En 2021 hubo 22 suicidios, en su mayoría jóvenes de 20 a 34 años.

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“No responde a una cuestión epidemiológica pero en lo social esto circula con mucho peso. Hay mitos urbanos sobre el encierro, que es una isla y la poca luz que no se contrastan con la realidad. En época de poca luz, no crece la demanda ni crece la tasa de suicidio. Estar en Tierra del Fuego se vivió como un padecimiento para la salud mental porque es el fin del mundo. Queda muy ligado al fin de la vida.”, señala De Piero. Si bien todavía la provincia no tiene una línea de Atención al Suicida, afirma que están prontos a lanzar un 0800 con Nación. ¿A dónde pueden recurrir los jóvenes si están angustiados? En los colegios secundarios existen las asesorías escolares, en donde funciona un gabinete que los recibe. En lo referido al sistema de salud, los servicios de adolescencia de los hospitales hacen un trabajo más territorial y de prevención, y arman dispositivos de escucha para los adolescentes y los jóvenes. “El tema del suicidio es complicado. Para mí es esto de que en los secundarios no acompañan en ese sentido. Cuando sos adolescente necesitás mucha contención. Si estás mal con tus papás no hablás y si no tenés muchos amigos, te empezás a retraer”, agrega Escobar.

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Los días son más cortos. El sol sale poco. Y eso puede incidir en el ánimo de las personas. Aunque en las escuelas los alumnos reciben dosis de vitamina D para compensar esa falta, De Piero argumenta que se hace más de forma preventiva que porque sea un problema real. Y que no hubo un registro de una diferencia notoria en el índice de vitamina D que tienen otras provincias. Para Agustina Escobar la falta de sol y el encierro influyen bastante en su energía para encarar el día: “Hay inviernos en los que uno necesita sol. Nos hacen tomar vitamina D en la escuela porque es bastante necesario. Pueden haber muchos días con escasez de sol y esos días levantarse a la mañana, con todo oscuro, no te dan ganas de arrancar”. Entre las cuentas pendientes, De Piero señala la construcción de dispositivos de salud mental y de patologías severas específicas para jóvenes.

Fuente: La Nación

Por: Micaela Urdinez

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